domingo, 27 de septiembre de 2009

Datos sobre Poza de la Sal y las Guerras Carlistas




Luchas contra el Trienio
-Don Feliciano, pag 192: el 15 de abril de 1823 el ayuntamiento constitucional de Poza fue destituido manu militari en nombre del Comandante General de las Merindades de Rioja y Castilla de los ejércitos de la Santa Alianza; una cuantiosa remesa de provisiones para las tropas de la Alianza que, a riadas, fluyen diariamente por Briviesca hacia la capital y puntos señalados; la sangría de unos dineros que, al pasar factura Francia con ocho millones de francos, e Inglaterra con 900.000 libras, se traduce en los 13.000 reales anuales cargados a Poza. Con la urgencia propia de la guerra se exige a Poza: 3 mil libras de carne, 150 fanegas de cebada, 60 fanegas de trigo, 86 cargas de leña de a 6 arrobas. La cuenta definitiva con la parte cargada a Poza llegará en 1829.

Poza en la Primera Guerra Carlista
El alzamiento en armas de los batallones de Voluntarios Realistas de Castilla la Vieja, y muy particularmente de las provincias de Burgos y Soria, es el acontecimiento cumbre del comienzo de la Primera Guerra carlista. En 1832 había en la provincia de Burgos 40 batallones de infantería, 2 escuadrones y ½ compañía de caballería y 1 compañía de artillería. En Poza los Voluntarios Realistas del pueblo formaban el 12º Batallón, cuyo Comandante 1º era José Temiño y Comandante 2º Gabriel Merino, mientras que los de Briviesca constituían el 15º Batallón, cuyo Comandante 1º era Pedro Cadiñanos.
El 10 de octubre de 1833 la junta carlista de Burgos consideró llegada la hora de actuar y nombró para el mando de los carlistas castellanos a Ignacio Alonso-Cuevillas[1], que recibió para ello su ascenso a brigadier.
El 14 de octubre entraba el teniente con grado de capitán Víctor Garviras[2] en Medina de Pomar. Poco después entraba en la misma villa el brigadier Juan Miguel de Echevarría –canónigo de la catedral de Burgos y miembro de la Junta carlista[3]- al frente de su columna de voluntarios riojanos. A él se habían unido oficiales como Gregorio y Rafael Díaz-Sarabia y Palacio. Echevarría, segundo de Cuevillas y jefe de su 2ª división, proclamó a Carlos V y asumió el mando de las tropas, poniéndose a sus órdenes el Comandante 2º del Batallón de Medina, Norberto Fernández Arciniega. Después cursó oficios a todos los batallones de los pueblos de la zona, incluido el de Poza de la Sal, ordenándoles su reunión y pronunciamiento y encargando a Gaviras, que quedaba a sus órdenes, que se dirigiera hacia el noroeste.
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-Don Feliciano, pag 177: “el 19 de octubre de 1833 el Brigadier, 2º Jefe de la División del Ejército de Rioja, que por mandato de su monarca Carlos V, pide los dos tercios de los ingresos del santuario (de Pedrajas) para poder atender a los voluntarios y sus familias. Otro tanto hicieron en otras ocasiones los liberales reclamando dinero para las Milicias Urbanas de Poza, lo que suponía exigir la venta de objetos valiosos con que estar a los apremios.
-Don Feliciano, pag 193: “A esta seguirán otras incursiones de distintas unidades del mismo bando carlista, para allegar recursos, reclutar soldados o, simplemente, alardear de fuerza, sin que jamás se les enfrentara con las armas la rimbombante Milicia Nacional.
Además de ciertos altos mandos de la escala militar, suenan algunos otros, al parecer jefes de guerrillas, así Carrión, que con un escuadrón de 200 caballos y 100 infantes merodea por tierras de Los Altos, Sedano y Villarcayo; Almanza y Gómez, a quienes es difícil decir si se persigue o da alientos en esta región”.
Don Feliciano, pag 192: La causa isabelina tuvo en Poza muchos servidores, como quizás lo demuestre la formación del Batallón o Milicia Nacional, compuesto de 100 milicianos voluntario-forzosos, para guarecer la villa contra las huestes carlistas; no fueron pocos, sin embargo, los que se mostraron abiertamente simpatizantes y defensores del carlismo.

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El 18 de octubre, Echevarría -aprovechando la presencia de Ibarrola en Villarcayo, de Cuevillas en Belorado y de Barrenechea en Briviesca- adelantó su cuartel general hasta Poza, con la intención de contribuir al bloqueo de la capital burgalesa. Desde el cuartel general de Poza a 20 de octubre de 1833, Echevarría dirigía una proclama a los Voluntarios Realistas de la zona, invitándoles a sumarse al levantamiento a favor de la Religión y del legítimo rey Carlos V[4].
El 23 de octubre la Real Junta Superior Gubernativa o gobierno carlista, se trasladaba a Oña, al monasterio de San Salvador, para establecerse al amparo de las fuerzas dirigidas por Echevarría y las de la sublevación vizcaína.
El 24 de octubre la entrada en Burgos del ejército de Sarsfield decidió a Cuevillas a abandonar Briviesca, ordenando el repliegue del grueso de sus tropas, cuatro mil seiscientos hombres, hasta Pancorbo, mientras él se dirigió al frente de una columna de dos mil hombres a reforzar las posiciones carlistas en Poza de la Sal, punto que convenía a la vanguardia de su tropa y cuyo aseguramiento interesaba, además, por la riqueza que suponía el control de sus salinas. La llegada de Cuevillas a Poza permitió que Echevarría regresara a Medina de Pomar, centro de sus operaciones, dejando a las órdenes directas de Cuevillas las tropas de Haro y Santo Domingo, que le habían acompañado desde el día 12.
Desde Poza el día 25 de octubre Cuevillas mandó circular una orden, dirigida a los comandantes de los batallones realistas de la provincia de Palencia, nordeste de la de Burgos y sur de la de Cantabria, para que pasaran a Cervera de Pisuerga para ponerse a las órdenes del coronel Santiago Villalobos, comandante de la segunda brigada o división del Ejército Real de la Rioja[5].
La publicación desde Logroño de un indulto por parte de las autoridades liberales a los carlistas que se presentaran, produjo efecto entre las tropas riojanas acantonadas en Poza de la Sal y Pancorbo, que empezaron a sufrir deserciones en gran cantidad, asegurándose en los partes liberales que hasta mil hombres regresaron a sus hogares. Durante la noche del día 29 de octubre Cuevillas ordenó la salida de sus tropas de Poza y Pancorbo hacia Miranda de Ebro, sin que se sepa si las deserciones lo fueron aprovechando esta marcha, o si la misma se ordenó como consecuencia de ellas o tratando de evitarlas.
En su retirada de Poza a Miranda, Cuevillas pasó por Oña, donde se encontraba la Junta castellana, a la que pidió que se retirase a una zona más cercana a Avila, marchando entonces ésta a Frias.
A pesar de los intentos de su jefe por refrenarlas, las deserciones siguieron mermando los efectivos de la denominada 1ª División del Ejército Real de la Rioja que bajo las órdenes de Cuevillas se habían concentrado en Miranda. En el parte de Sarsfield dirigido el 1 de noviembre desde Burgos al Despacho de la Guerra se decía que “a estas horas no existe el cuerpo rebelde que capitaneaba Cuevillas y ocupaba a Poza y la Bureba. Más de 2000 hombres de los que contaba aquel cabecilla le han abandonado en la noche de antes de ayer (30 de Octubre), tirando sus armas y fornituras, y dirigiéndose a sus respectivos pueblos”.
El sábado 2 de noviembre, el comandante de la segunda brigada, Santiago Villalobos[6], que se encontraba en Sedano esperando que se reuniesen los batallones realistas de la zona oriental de Palencia y occidental de Burgos, salió camino de Poza, aunque los informes liberales decían que lo había hecho hacia la merindad de Valdivielso. También la Junta carlista abandonó Busto de Bureba con dirección a Salinas de Añana (Álava), con intensión de establecer un plan combinado con los realistas de Vizcaya y Álava.
El 3 de noviembre Villalobos mantuvo en Poza una reunión con los jefes de su división para tratar de animar a la Junta a que regresara a Castilla y continuara marchando hacia el oeste poniendo en armas los batallones de las provincias de León y Palencia.
En la noche del 3 al 4 de noviembre, el coronel Villalobos salió de Poza dirigiéndose a Villadiego, a 45 Km de distancia, donde entró a las 10 de la mañana al frente de siete u ocho mil hombres.
A mediados de noviembre las deserciones y las derrotas infringidas a las tropas carlistas pusieron punto final al levantamiento castellano, viéndose sus jefes obligados a pasar a Portugal o dirigirse a las provincias del Norte. Otros cayeron en manos liberales y fueron fusilados, como el canónigo Echevarría lo fue en Villadiego el 18 de noviembre.
Don Feliciano, pág 188: superado el abandono en que quedó durante la Guerra de la Independencia por las desamortizaciones decretadas, el convento de San Bernardino recobró su vida, hablándose de él todavía en 1835, primero de las desamortizaciones de Mendizábal. El año 1836 sin embargo figura como extinguido, para ya no renacer más.
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-Don Feliciano, pag 193: Consta que en 1836 las autoridades provinciales encarcelaron, por inculpación de negligencia, a toda la Corporación Municipal.
Todo lo cual nos hace ver que la causa isabelina no fue acogida, ni mucho menos, con el general entusiasmo de la población pozana.
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-(Los días 17 y 18 de diciembre de 1836 la expedición de Gómez pasó por Salas de Bureba y Oña de regreso al País Vasco (pág. 215 y ss del libro La Expedición de Gómez de Alfonso Bullón).
- Don Feliciano, pag 193: En la vida civil, uno de los prohombres de la villa, Don José Gabriel Merino Gobantes, sin duda tachado de carlista, es desterrado por el capitán general de las tropas isabelinas a la villa de Prado (Madrid).
En 1836 el Administrador de Correos de esta villa es destituido de su cargo, bajo la acusación de tener un hijo boticario con “la facción” y de haber acogido en su casa a la mujer de un “capitán que está en la misma facción”. Quizás con estas, entre otras familias, contaría Don Carlos Laborda, Obispo de Palencia, cuando en 1836 llegó a Poza con toda su comitiva intentando alcanzar territorio vascongado, para unirse al bando del pretendiente.
Es notorio el caso de este obispo, que sorprendido y capturado conjuntamente con su comitiva, fue deportado vía Málaga, a Ibiza, donde murió tras largo y penoso cautiverio (v. T. López Mata, IFG, t XVIII, pag 241)
-Don Feliciano, pag 194: “”En la villa de Poza, a 9 de julio de 1837, reunidos los señores del Ayuntamiento Constitucional de la misma, y a virtud del oficio que se pasó al Presidente del Cabildo Eclesiástico, todos los de que se compone este, los de la Administración de Salinas Nacionales Estancadas, Correos, Milicia Nacional Voluntaria, Partida de Carabineros de Hacienda Pública, y la del regimiento de Infantería de la Reina, permanentes en esta citada villa con sus respectivos jefes, y estando así reunidos en las casas consistoriales, se salió de ella procesionalmente, para la publicación de la Ley Fundamental decretada, dada la hora señalada al efecto, y se verificó en los sitios señalados y más públicos, leyéndose por mí, el Secretario, en altas y perceptibles voces.
En el mismo día, los individuos de la diligencia anterior se constituyeron en la Iglesia Parroquial y, después de celebrar la misa mayor, leída la Constitución por el señor Cura Párroco más antiguo que la cantó (la misa) , y por quien se hizo una breve alocución del gran interés y beneficios que resultarían a todos en general en la observancia de sus capítulos finalizada la guerra, se tomó enseguida el juramento por el señor Alcalde Presidente de dicho Ayuntamiento a todo el auditorio, con lo cual habiéndose cantado enseguida un solemne Te Deum, se concluyó el acto”.
-Don Feliciano, pag 37: “El 27 de agosto de1837, en la primera guerra carlista, ante el anuncio de que un cuerpo de ejército de “la facción” está en Covarrubias y pueblos limítrofes, dirigiéndose hacia La Brújula, se recuerda y urge que esté a punto el castillo de acá, para defensa de la Milicia Nacional que aquí permanece”.
-Don Feliciano, Pag 193: La Expedición Real en su retirada hacia las provincias del Norte pasó por distintos sitios de la provincia de Burgos. Había que pasar el Ebro por el lugar más seguro, y éste pareció ser el valle de Valdivielso. En la acampada inmediata anterior, según el alcalde de Roa, el propio Don Carlos, casi fugitivo, con parte de su ejército hizo alto en Poza. De donde se deduce que al menos la noche del 17 al 18 de octubre de 1838, Don Carlos, el Pretendiente, pernoctó en nuestra villa. (Fray Valentín de la Cruz, Bol. “Amigos de Poza”, nº 2, 1981). (Esta información no parece fundamentada a la vista del libro de Bullón de Mendoza sobre la Expedición Real).
Don Feliciano, pag 193: Poza tuvo que hacer enormes aportaciones de bastimientos para el ejército isabelino. Así por ejemplo, la intendencia del Cuerpo Expedicionario del Norte impuso a esta villa: 4000 raciones de pan, otras tantas de carne y 400 de cebada, a la vez que embarga todas las caballerías mayores y menores de la localidad. Las entregas se hicieron primeramente en los acantonamientos de Las Ventas del Cuerno (Villalta) y Oña. Posteriormente casi exclusivamente en Oña, o donde sus mandos ordenaran.

-Don Feliciano, pag 37: Durante la segunda de estas guerras (sic) el 15 de julio de 1855, es el mismo capitán general de Burgos quien ordena se pongan vigias y patrullas en la peña del castillo (seis personas de noche y dos de día), obligando a todos, sin exceptuar a los clérigos que pondrán suplentes, a prestar este servicio.
No nos consta que (el castillo) destacara por ninguna operación brillante (¿sería porque nadie creía en la razón de la guerra?) pues que, a pesar de la Milicia Nacional de Poza con sus cien o más voluntarios de guarnición en la Villa, los carlistas entraron multitud de veces y llevaron por las buenas o las malas lo que pidieron” (no queda claro a qué período se refiere esta afirmación)
Don Feliciano pag 126: En la segunda mitad de 1855 hubo una devastadora epidemia de cólera en Poza con saldo de 185 muertos, provocando que muchos vecinos huyeran del pueblo para escapar del contagio.
Pág 159: Entre 1837 y 1841, ya después de las desamortizaciones, hay ocho beneficios o plazas de sacerdotes en la parroquia, lo que no impide que en tiempos de crisis o defunciones fuesen tres, dos o uno los sacerdotes en la parroquia.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------Don Feliciano, pág 193: En 1867 se evadió de Poza el carlista Francisco Cabeza de Torres, que estaba confinado en esta villa por orden gubernamental.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------Don Feliciano, pag 193: En 1876 la mitad de los miembros de la Corporación Municipal fueron encarcelados por las autoridades provinciales, y juntamente con ellos a 12 individuos de los mayores contribuyentes y a otros 12 de inferior capacidad contributiva.
-Don Feliciano, pag 192: No menos de 12 soldados son declarados desertores del ejército gubernamental en la tercera guerra, generalmente por haberse unido a las tropas rebeldes.
[1] Retrato de Ignacio Alonso-Cuevillas en J. A. Gallego.
[2] Datos biográficos en J. A. Gallego
[3] Datos biográficos en J. A. Gallego
[4] J. A. Gallego, pág. 122.
[5] J. A Gallego, pág. 144.
[6] Datos biográficos y retrato en J. A. Gallego.

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